Otra vez el Turquino. Una crónica sobre la carretera del Alto del Naranjo.

Por Enzo Regalado, organizador de un grupo de excursionismo y profesor de la Facultad de Eléctrica de la CUJAE

He leído varias crónicas del ascenso al Turquino. Algunas, no narran el trabajo que se pasa para empezar…

¡Otra vez!

“¡Otra vez al Turquino! ¡Tú estás loco! Si, si, ya sabemos que cuando preguntamos por ti y no estás, fuiste para el Turquino”. Así resumía su asombro Orlando, al enterarse que nuevamente estuve por allá. Realmente era la cuarta vez, para algunos que no intentan ni la primera, sonaría mucho, pero para mí, era normal. Era normal regresar a donde juré, allá por el 2002, más nunca regresar. Eso lo dije cuando me fallaron las fuerzas a 2 Km del regreso, sí, del regreso, porque por Granma no existe la “bajada” del Turquino, solo el regreso.

Esta vez iba de “guía”, solo yo había subido alguna vez. Esa es la estrategia para repetir lo que te gusta con compañía, cada vez, llevar gente que no ha ido nunca. Solo así garantizas que sean cómplices de lo que no se imaginan, a pesar de que les adviertas que es lo más agotador que van a hacer en sus vidas, algunos no lo creen, otros, no saben qué es porque las palabras no pueden transmitir el cansancio que se pasa y lo que se sufre cuando faltan horas por llegar y sigue pareciendo más lejos la meta y ya no das más.

Ahora el piquete era entusiasta y los convencí fácilmente, Natalie, mi novia, se enamoró por Santiago y quería vivirlo por Granma, el Niño y Tabares se lo debían a ellos cuando faltaron a una misma experiencia en el 2005 donde fueron todos los del aula menos ellos. La novia del Niño, iniciaba ese tipo de experiencias. Todo estaba listo.

Hacia Santo Domingo

Llegamos al campismo “La Sierrita de Nagua” en un jeep desde Bartolomé Masó. Al preguntarle si seguía y nos podría llevar mañana hasta Santo Domingo, su respuesta fue clara “de aquí para abajo hasta La Habana, para arriba, ya este no sube”, eso señalando a su Land Rover que se veía en buenas condiciones. Mis compañeros incrédulos comenzaron a creer que de verdad la carretera más adelante se pondría violenta.

La carpeta del campismo sin problemas y la más triste noticia “el camión no sirve desde hace unos días”. Se refería al viejo Zil-131 culpable de que ahora sea fan a los camiones militares, a su fuerza. Quedaba el plan B: los taxis en CUC y el C: la botella y la pata. El plan B duró solo 5 minutos cuando amablemente nos informaron los compañeros de Cubataxi que la ida: 11 CUC por persona y la vuelta: ¿Qué raro? También 11 CUC por persona.

Había que apurarse, eran las 10:30 am y a las 11 salía de Bartolomé Masó una guagua hasta Providencia, es decir, teníamos como 45 min para que la guagua nos pasara por el lado. Bueno, si por al lado se puede llamar a 1 Km de distancia. Recordé el camino que mencionaron los mochileros de la isla que atravesaba el campismo y salía a  la carretera en un lugar más ventajoso y más cerca. Por supuesto que existía dicho camino, bajando al río, atravesándolo y caminando paralelo a él hasta el puente. El mismo puente que sirvió de escenario para ver al viejo IFA convertido en guagua desfilar delante de nosotros pero a 30 metros de distancia y sin vernos, sí, sin vernos embarcados en una carretera media fantasma en el puente del Río Nagua.

Panorama desolador: sol fuerte, campesinos esperando en la otra orilla de la carretera el regreso del IFA que se nos escapó, pero mucha risa. Mucha risa para mantener el buen espíritu de la tropa que estaba empezando a desmoralizarse sin empezar todavía nuestra aventura. Pero también mucha risa al escuchar de un campesino su explicación de que a él solo le gustaban las jovencitas, nada de eso de mujeres “ya usadas de 15 o 16 años” un criterio realmente criticable.

Al fin la esperanza: “hay una camioneta particular que debe subir dentro de un rato -nos decía el de las jovencitas- solo vale $5 pero solo… llega a Providencia”. Bueno, es algo ¿no?, seguramente en Providencia lo podríamos convencer de seguir. Nada de eso, en Providencia él fue el que nos pudo convencer, pero de que no seguía por ningún dinero. Ya el Niño y Tabares comenzaban a berrearse, ¿era realmente tan brava la carretera? ¿No eran exageraciones del fan del 4×4? Ahí vimos cuando la camioneta viraba hacia atrás pero con la esperanza de que un socio de él, que también boteaba, seguramente nos llevaba por $300.

El socio apareció rápido y pudimos regatearle a $250 por solo 8 km (parece abusivo pero son los 8 km más letales de carreteras cubanas). Bueno exactamente 7.5 Km porque nos dejaría en un lugar a 500 metros de Santo Domingo, nuestro objetivo del día. Ese sitio es una loma que si la baja después no la puede subir. Así mismo fue: nos dejó a 500 metros no sin antes hacerle saber mis dudas acerca de que si era cierto o no, pues podría habernos dejado a cualquier distancia, nosotros no sabíamos nada, todas las curvas y lomas se veían iguales.

La belleza del lugar y la risa de que comenzaban a temblar las piernas por solo 500 m de bajada relajó el ambiente. Ya se veía el pico pero faltaban malas noticias, una: le tiré la cámara a Tabares señalándole el monte (no sirvió más) y dos: no era seguro que nos dejaran subir al otro día. Dónde dormir, dónde comer también preocupaba a la tropa. Si el río Yara hubiera tenido bastante agua como una vez lo vi, seguramente nos hubiéramos bañado un rato, pero… también conspiraba estando seco.

Lo que quedaba del río Yara. Atrás a la derecha pico bicúspide Joaquin-Regino.

Lo que quedaba del río Yara. Atrás, a la derecha, pico bicúspide Joaquín-Regino.

Guajiros  buenos.

A Tabares le había hecho la historia (cierta) de que para esa zona los guajiros eran buenos, que eran los mismos que ayudaron a los rebeldes…, gente noble. Al menos mi experiencia de otras veces y sobre todo por Santiago así lo confirmaba.

Al llegar a la entrada del Parque Nacional Turquino la tercera de las malas noticias fue que ahora había que reservar con ECOTUR para que te dejaran subir. Se había acabado el relajo como la vez que habíamos dormido 25 en 5 literas en el 2005. Ahora la cosa era más organizada y peor para nosotros. Había una reserva para el día siguiente de 8 compañeros y varios extranjeros. Si el número no llegaba a 20, no había problema pero los 8 eran los “dueños” del guía. Podíamos dormir allí en el centro de visitantes sin problemas, pero con mucho frío, así que averiguamos en el campamento de pioneros exploradores y nos ofrecieron un albergue completo para nosotros.

Otro problemita fue conseguir el taxi para subir al Alto del Naranjo al otro día. Si vas a ir a matarte subiendo lomas, al menos trata de hacer en carro hasta lo último que puedas, para cansarse habrá tiempo y más lomas. Amarramos por un buen precio un Suzuki para el otro día a las 7 am, los cinco más el chofer, un poco estrecho pero bueno.

Ahí empezamos a indagar dónde comer sólido y reservar las galletas chinas y las de la Habana para momentos peores. En una paladar nos dijeron que no había comida y lo creímos. Averiguamos y había una señora que cocinaba para extranjeros, seguramente nos cocinaría a nosotros también, pero no fue así… de muy mala gana nos dijo que a nosotros solamente le daría negocio vendernos el plato de comida a… ¡¡ $50!! ¡Menuda nobleza la de la compañera! Decidimos volver a la primera (y única) paladar y preguntarles si al menos tenían arroz y vianda, que nosotros teníamos latas. Ellos accedieron a cocinarnos por el “módico” precio de $20 la ración de congrí y yuca. Ahí el niño soltó: ¡Llévenle todas las latas de perros…! Provocó mi risa, solo la mía, ni se imaginaba que todas las demás latas tendrían su día y estaban contadas, con una “sobró” para todos.  Por cierto, la yuca estimuló el enojo de Tabares y la sonrisa de todos, pues parecían palos de trapear con mantequita encima. Justo en la mesa de al lado sí había carne y raciones completas para extranjeros. Lo que no había para nosotros, era el deseo de ayudar.

Se acababa el día y el frío realmente se empezó a sentir, pero la comida caliente lo disimulaba, aunque no por mucho tiempo. En lo que apareció la llave de nuestro albergue ya todos estaban temblando y recriminándome que habían dejado sus colchitas en el campismo. Yo les había aconsejado no traerlas, pues el peso era innecesario, con un abriguito sobraría. No fue así, la noche fue violenta de frío, al acostarnos, el Niño le pedía a su novia que aguantara un poquito solo para que dos horas después se viraran los papeles y fuera él el que no parara de maldecir. Tabares solo puso su única sábana debajo y se acostó con ropa, para él era suficiente. Eso era lo que pensaba, terminó conmigo y Natalie abrazado después de que nos despertaran sus temblores. Demoré en dormirme porque Natalie amenazaba con no subir…por el frío.

Las 6:30 am.

Nadie se movía y los celulares no paraban de sonar, ni se podían sacar las manos para apagar las alarmas. Después de mucho esfuerzo, leche con galletas y pasta de jamón, salimos a por nuestro taxi para chocar con otro tropiezo. El taxista puntual nos informaba que los “dueños” del guía eran unos 8 militares que venían caminando desde el campismo. Él les había pasado por el lado y calculaba que llegarían aquí como a las 10:00 am. Estaban realmente locos, les llevábamos como 13 Km y 4 horas de ventaja. La suerte fue que nos dejaron ir adelantando sin guía porque si no, no nos daría tiempo llegar a al Pico y virar a la Aguada de Joaquín en el primer día.

Lo que ves al comenzar la carretera Santo Domingo-Alto del Naranjo.

Lo que ves al comenzar la carretera Santo Domingo-Alto del Naranjo.

¡Todos a bordo! Empezaba para mí lo mejor, la subida de la carretera Santo Domingo-Alto del Naranjo, la de mayor pendiente en Cuba, la más emocionante y  la más peligrosa también. Sube 700m en 5 Km donde la pendiente nunca es inferior a los 30°. Los últimos 500-700 m se empinan más todavía y sí provocan algo de preocupación. A Tabares (y a todos, aunque no lo dijimos) se le paralizó el corazón cuando después de doblar en la curva de la Z el jeep se murió un poco y tuvo que poner 1ra (iba en 2da  del 4L). Ya no había más velocidades, era la última opción, pero el cambio en medio de semejante pendiente fue súper arriesgado. No duró ni dos segundos, pero para nosotros pareció mucho más lento,  el instante en que pierdes esa tensión que te mantiene recostado al asiento y es el carro el que de momento se detiene y casi empieza a ir atrás. Para el chofer no fue nada, no hubo susto, normal, a nosotros no se nos olvidará, pues contábamos con una caída bien larga a nuestras espaldas.

Pendientes interminables.

Pendientes interminables.

Llegábamos al Alto del Naranjo y yo terminaba de hacer el video que me debía. No tenía fotos digitales de la zona y mucho menos podía imaginarme hacer un videíto de lo que para mí era lo mejor. Los celulares con cobertura incluían dos experiencias nuevas, los celulares y la cobertura. Amanecía en un lugar increíble. Por delante esperaban 13 Km hasta la cima, mucho cansancio y la emoción del nuevo reto.

Secuencia de fotos realizada a la curva de la Z en el 2005.

Secuencia de fotos realizada a la curva de la Z en el 2005.

Vista desde el Alto del Naranjo. Atrás, a la izquierda, el Embalse Paso Malo a 10 km de distancia.

Vista desde el Alto del Naranjo. Atrás, a la izquierda, el Embalse Paso Malo a 10 km de distancia.

Ves la carretera, mira al centro.

Ves la carretera, mira al centro.

Atlo del Naranjo. Fin de la carretera a 950 msnm. Nótese la pendiente.

Atlo del Naranjo. Fin de la carretera a 950 msnm. Nótese la pendiente.

Deja un comentario